sábado, 2 de diciembre de 2017

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Si supieras cuantas verdades te he dicho
sobre nosotros mientras no eras
consciente de que es a ti a quien le reclamo
el corazón
sentirías tanto miedo que huirías
a donde ya nunca podría llegar

y es en ese preciso instante en el que mis
miedos comienzan a temblar
y mis palabras deciden no abrir el candado
que los retiene.

Por pedir pediría que mañana todo
fuera diferente,
que ya no tuviera que pensarte
y te percibiera lejos de todas las letras
que te escribo a diario;

poder mirarte a los ojos sin querer besarlos
ni mimarlos como si fuesen lo más
bello que he visto en toda mi vida.

Por desear desearía que mañana todo
fuera diferente,
que pudiera besarte como lo hace
un soñador que quiere verte crecer
como solo tú eres capaz
de hacer.

Y en eso se resumen últimamente mis días,
adorarte mientras me desgarro la voz
en silencio al formar callos
en mis dedos,

los mismos que aprenderían a dibujar
por tu sonrisa,
por unas alas a la altura de tu alma.

Y así tal vez transcurran mis días
mientras intento desesperadamente
apagar las brasas que has prendido
en la misma almohada que conoce
los secretos que he querido guardar
sobre ti.

Ya me duelen los recuerdos que no podré
escribir y los días que pasaré
sin tus manos,
pero soy consciente de que mañana el viento
habrá soplado en otra dirección
y el frío amainará.

Serás un reflejo en el agua que nunca pude
inmortalizar,
pero quedarás en mi memoria como
una gran historia…

De la que hubiera deseado ser
el protagonista.

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