domingo, 19 de noviembre de 2017

¿Paradoja?

¿Qué habría después?
Si cayera abatido al suelo gélido, bajo
el nacimiento de crisantemos y claveles,

¿pensaría en mí aquella que
quiero que entre verdaderamente
en mi vida?

El drama ha agarrado en múltiples ocasiones
a mis letras y les ha dado forma,
sin ánimo de compadecerme,
solo por expeler y vaciar lo que pudría
mis entrañas

y una vez más se apodera de una nueva
historia,
abarcando los lugares más iluminados y
atemorizando a mis concepciones.

¿Acaso importa lo que pienso?
No escucho ahora la voz de un ángel sobre
mi hombro
sino la risa siniestra de una verdad
atormentada.

¿No son tus ojos mi destino?
Es difícil comprender el motivo por el que
te cruzaste en mi camino si no tienes intención
de quedarte.

¿Aún no te has ido?
Aléjate de todo mi entendimiento y
déjame perdido.
Permite que me arranque el latido que
te nombra a cada impulso
para no tener así que recordarte cada vez
que vivo.

Hazlo, tolérame la condena que te pido
y llámame loco por contrariar
tu compasión
y regresar, aun sangrante y dolorido.

Porque soy aquel soldado que vuelve
por pasión aunque la guerra esté
perdida,

porque soy aquel poeta que escribe
aunque ya no le quede
aliento.

Por eso hazlo y no lo hagas,
vete y no del todo…

No le hagas caso a mi cordura que pretende
olvidarte en vano.

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