martes, 29 de noviembre de 2016

Un segundo

Sus latidos se cruzaron y se escucharon mutuamente, temblorosos y con miedo. Sus heridas habían cicatrizado y una vez más estaban dispuestos a sentir. Despacio, con mucho cuidado, rozaron sus dedos y se entregaron los labios. Tras fundirse sus miradas el mundo cayó a sus pies y calló todo lo que había en torno a ellos. Ahora sus corazones sonaban al unísono y sin hablarse escucharon todo lo que tenían que decir. Luz era todo lo que se podía ver entre ellos, una luz cálida que los envolvía como lo hacían sus brazos; un segundo se hizo interminable, pues el tiempo decidió detenerse ante semejante milagro y de la mano anduvieron activando de nuevo el reloj.
Sus latidos volvieron a dibujar sonrisas en sus rostros; el miedo se hizo a un lado y la esencia de la vida, el amor, surgió de sus más profundas cicatrices.

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