No lo tenía previsto pero algo ocurrió aquel día. Las
circunstancias no parecían las mejores pero hay ciertas cosas en nuestras vidas
que no podemos elegir. Surgió, la miré, me miró, la besé, me besó; no son
necesarios los labios para besar, lo sé desde que mis ojos se cruzaron con los suyos
y no quisieron irse. El miedo apareció pero disfrutábamos de ello. No había
segundo en el que no se creara una imagen de ella en mí y comenzaba a
preocuparme; una preocupación preciosa de la que no quería separarme. Empecé a
escribir para ella casi sin darme cuenta de que estaba sucediendo y mis sueños
nacieron de sus manos al desear agarrarlas con todo mi cariño. Día tras día
todo crecía y el niño que había en mí se ilusionaba cada vez más. No había nada
tan real en mi vida desde hacía tiempo y ahora tengo los pies fuertes en tierra
mientras observo desde las nubes. Es una sensación extraña, algo que no
recordaba pero añoraba de igual modo. No sé la forma que esto tomará, al fin y
al cabo todo puede cambiar y nadie podrá hacer nada para remediarlo, pero hoy
va demasiado bien como para pensar en un futuro lejano. Te escucharé cuando quieras
hablarme, te ayudaré cuando lo necesites y me permitas hacerlo, te daré una
razón para sonreír cada día; para mí eres tu esa razón. Y cuando te fallen las
fuerzas te daré mis hombros para que puedas apoyarte y descansar. Tal vez no
soy todo lo que necesites, pero seré quien haga todo para que no necesites nada
más.
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