jueves, 28 de septiembre de 2017

Salvación

La tierra se estremeció y todo comenzó a
caer. El caos se mostró como único orden
y todos huían de un final inminente.

Te vi entre la muchedumbre gritar de horror,
detenerte en seco, arrodillarte, sentarte,
caer abatida. Comenzaste a llover con toda la
angustia que eso me provocaba, como si ese
fuese mi final.

Yo también caía en un abismo infinito, al
igual que todos en esos tiempos, pero no
podía dejarte ahí, sola, tan vulnerable…

Corrí entre las ruinas que estaban formando
un nuevo mundo y te sujeté justo antes de
caer. Mi miraste; tenías miedo, el mismo que
yo si te hubieras ido.

Te saqué de aquel hoyo oscuro y siniestro
sin pensar en mí mismo. Tú eras todo lo que
mis sentidos necesitaban tener.

Te arropé con mi cuerpo para que todo
se derrumbara sobre mí y tú salieras ilesa.
Cuando todo acabó allí estabas, mirándome.

Ese fue mi regalo, mi nuevo mundo, mi
nueva vida. Porque no importa el riesgo si
es tu bienestar el que está en juego.

Tal vez sean mis brazos los que consigan
salvarte, así como fueron tus ojos los que
salvaron mi alma.

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