Las cosas no siempre salen como uno espera. Un día cogí la
maleta y salí por la puerta sin mirar de nuevo lo que tenía detrás, sin pensar
en lo que podía dejar. Avancé despacio pero decidido y me alejé, de todo y
todos, para siempre. No quería ser encontrado a menos que fueras tú quien viniera
a buscarme, pero eso no ocurriría y mi recuerdo sería historia en poco tiempo. “Adiós”
me dije en voz baja, pues ya nunca volvería a ser el mismo. Tal vez no para
mal; tal vez me haga mejor de lo que era, pero en ese momento solo podía
despedirme. Me giré y paso a paso me alejé definitivamente para no volver.
No hay comentarios:
Publicar un comentario