A cada paso que damos aprendemos algo nuevo sobre la vida o
sobre nosotros mismos. La mayor parte de las veces no conocemos la nueva
lección aunque prácticamente siempre intentemos anticiparnos a lo que ocurre, saber
qué nos depara, y entonces no somos conscientes de que nunca aprenderemos nada
nuevo en un camino de predicciones. No saber nos da ansia; es natural porque nos
asusta pensar que lo que venga sea peor que lo que ya ha llegado, ¿pero y si no
es así? El tiempo vale demasiado como para malgastarlo en humo, o esa es al
menos mi forma de pensar.
Con ansia, la tranquilidad nunca abrazará nuestras almas,
nunca pensaremos tan claramente como podríamos.
Ir un paso por delante del propio tiempo es algo imposible,
por lo que yo me pregunto, ¿es útil intentarlo? El futuro va surgiendo de la
forma en que vivamos el presente. Actualmente no somos más que un reflejo de cómo
afrontamos nuestro pasado; si queremos alcanzar un buen futuro, por lo tanto,
debemos vivir el presente de forma plena.
Pensar de este modo me tranquiliza, pues lo único que debo
hacer es encargarme de mi presente: el pasado me trajo hasta aquí, me enseñó y
no se puede modificar, así que no me preocupa; el futuro es incierto e
impredecible y la única forma de construirlo es siendo consciente del momento
presente, así que tampoco me preocupa; mi único objetivo sigue siendo el momento
actual.
¿Quieren encontrar la calma? Entonces creo que una buena
forma de comenzar es pisando con atención el pedazo de tierra que ahora mismo
pisan.
(En la entrada anterior --> http://loquepiensoloquepensamos.blogspot.com.es/2017/06/para-este-mes.html les comento sobre qué hablaré mayormente este mes, para que comprendan mejor el por qué de esta entrada).
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