viernes, 24 de febrero de 2017

Apego

En algún momento de nuestras vidas huiremos de nuestros apegos de una forma u otra, pues aunque en muchos casos recibimos virtudes de ellos, en otros tantos nos destruimos de forma inconsciente e involuntaria. Tal vez suene drástico, tal vez no sea agradable, pero es cierto. En ese proceso de huida descubrimos otro de búsqueda en el que encontrar lo que buscamos se hace una tarea aparentemente imposible. Todo resulta ambiguo; tus ideas no son claras y en ocasiones no sabes cuál es la mejor alternativa ante una situación realmente sencilla.

En estos momentos te sientes solo y percibes dicha sensación como desagradable, algo que no quieres en tu vida. Pero entonces sigues y sigues buscando algo que vuelva a llenarte y es cuando aparece la satisfacción. Después de estos dos procesos llega el encuentro que tanto buscabas. Es entonces cuando vuelves a cruzarte con quien eras y te sientes más vivo que nunca. Ahora, si ese encuentro se trata de otro apego, corres el riesgo de seguir huyendo en el futuro, y si eso ocurriera, te encontrarías de nuevo con los procesos anteriormente mencionados. Entonces, ¿cómo nos deshacemos de ellos?

Cuando te sientas solo en el proceso de huida y de búsqueda,  disfrútalo. Haz cosas que siempre quisiste, ríe de la misma forma e incluso más si fuera posible. Cuando te sientas solo vive más intensamente que nunca, y cuando encuentres la felicidad sin ningún apego, jamás volverás a huir.

A partir de ese momento todo llega por sorpresa, sin buscarlo. Mientras vives contigo mismo y con aquellos seres que siempre permanecen, aparecerá alguien con quien tampoco tendrás que huir. Alguien que, a pesar de ser feliz en tu soledad, querrás tener cerca siempre.

Se trata de ser independiente, de no necesitar nada ni nadie para ser uno mismo. De este modo, si un apego se va, tu encuentro anterior, pase lo que pase, permanecerá contigo para siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario