sábado, 30 de abril de 2016

Vive como para no arrepentirte.

Una sola discusión marcó toda mi vida. No acabamos bien esa noche; le grité, le dije cosas horribles, y aunque él a mí también uno nunca piensa en lo que puede pasar luego. No hubo más llamadas ni más mensajes. ¿Tanto había sido? Una llamada confirmo mi tristeza, mi agonía y un sentido de culpa que jamás nadie podría quitarme. Un coche había acabado con todo, un estúpido coche. Nunca pude despedirme ni recordarle que aunque discutiéramos era todo para mí. Aunque él lo sabía no pude decirlo. Le echo de menos. “Tengo frío, arrópame desde donde estés amor mío”, repito cada noche al acostarme deseando sentir su presencia al menos una sola vez más. Su presencia era lo único que me calmaba en las noches de pesadillas, aquellas en las que el sueño estaba lejos de mí. Ya no duermo desde hace semanas; semanas eternas, semanas amargas. ¿Dónde estás…? 
Un roce me calma, un roce me arropa, un roce me dice que estas aquí.

Recuerda que siempre te querré. 

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