Era tarde; la madrugada se hacía a cada hora más larga. Tu
partida rompió mis planes, la boda, los hijos… Todas aquellas promesas que nos
habíamos hecho, sobre todo la de amarnos por siempre. Yo siempre fui un
romántico, siempre te quise tener como nadie, pero nunca fue suficiente para
ti. Querías más, siempre más, pero de mí era imposible. Tu partida rompió mis
planes, pero me alegro; me alegro de menos noches sin dormir; de más días sin
saber de ti, porque ya no me incumbes; de menos sufrir. Me alegro aunque esta
noche mis lágrimas empapen mis sábanas; me alegro aunque esta sea la última
noche sin dormir.
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