viernes, 11 de diciembre de 2015

Miedo.

Se trata de una batalla a la que llevo enfrentándome desde el comienzo. Una batalla que parecía cesar por momentos para luego volver más destructiva y dañina. Ha habido momentos en los que me he sentido verdaderamente fuerte y he conseguido seguir, también con ayuda, pero ya estoy solo y no veo tierra en el horizonte. Ha tratado de escapar con todas mis fuerzas pero eso me sigue allá a donde voy. Y es que no hay ser más poderoso que uno mismo; sí, de mí mismo hablo; de mi yo, porque nuestro ser puede ser en muchas ocasiones nuestro propio enemigo. No hay mayor batalla que la que se crea en nuestra mente, y esa es una de las afirmaciones con mayor verdad que he dicho, pensado y escrito en toda mi vida. Cuando un pensamiento destructivo surge desde lo más profundo de nuestra consciencia, mata lenta y dolorosamente toda nuestra alma; la consume y en algunos casos transforma a la persona en alguien irreconocible. Es difícil mantener el control cuando estás nublado, cegado; cuesta elegir las acciones adecuadas y normalmente ese es el mayor problema. Cuando los achares aparecen el propio ser se aleja, se autodestruye. Da miedo cuan poderosa es la mente; da miedo el descontrol; da miedo pensar; da miedo perder a quien quieres; da miedo la traición; da miedo perderse a uno mismo, porque corres el riesgo de hacerlo. Tanto tiempo enfrentándose a fantasmas agota, pues recibe el aire cada golpe, pues en realidad esa gran batalla solo transcurre en lo más profundo de nuestra consciencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario