jueves, 3 de septiembre de 2015

Barco de papel.

Soplaba un rico viento que nos desplazaba por aquel pequeño río, rodeado de vegetación y calma, un lugar donde la tranquilidad estaba asegurada y donde enfadarse era cosa de tontos. En el agua veíamos grandes peces que adornaban el entorno y dulces ruiseñores recogiendo néctar de tantas plantas que podían avistarse. Yo y mi compañero estábamos fascinados por todo lo que en aquella tierra virgen se encontraba y habitaba. En alguna ocasión un reflejo en el agua nos mostraba la presencia de sirenas y seres jamás vistos en algún otro lugar. Era precioso, hasta el color de las piedras lo era. Más adelante se apreciaba un pedacito de costa lo suficientemente grande como para que nuestro barco atracara, y así lo hicimos. Nuestras tripas sonaban por tan largo viaje; fue entonces cuando decidimos que buscar comida en la isla era la idea más acertada. Saqué mi hacha y fuimos en busca de rica comida. En un árbol muy grande encontramos un fruto muy parecido a un coco, muy apetecible, así que lo cogimos y nos sentamos bajo su inmensa sombra para disfrutar del manjar. Nunca había probado nada parecido, una verdadera delicia… En ese momento mi compañero oyó algo entre los árboles. Nos agachamos y vimos nada más y nada menos que a un pirata, con su pata de palo, su garfio y su parche en el ojo. Llevaba una caja de madera muy pesada y detrás de él iba otro señor que parecía un esclavo. No había otra opción, teníamos que ayudarle a escapar. Salí corriendo hacia el pirata y le di con el mango de mi hacha en la cabeza. Pude ver cómo le salían pajaritos y cómo sus ojos le daban vueltas y vueltas del mareo del golpe. Agarramos al esclavo y salimos corriendo dirección a nuestro barco; en ese momento recordé a Peter Pan venciendo al capitán Garfio. Cuando llegamos a la orilla me llevé una desagradable sorpresa… El barco se alejaba solo, a la deriva. ¿Tanto tiempo estuvimos en la isla? Miré a mi compañero y al antiguo esclavo de aquel malvado pirata y ambos habían desaparecido… Me vi solo, observando como mi preciado barco se alejaba más y más… ¿Cuándo crecí tanto? Ahora lo veo claro, no era más que un simple barco de papel. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario